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II DOMINGO ORDINARIO
19 de enero de 2025
(Isaías 62:1-5; I Corintios 12:4-11; Juan 2:1-11)
Queridos lectores,
Se ha pasado el tiempo navideño, pero el evangelio hoy
siempre se ha asociada con la epifanía del Señor. No
obstante, se le ha aprovechado en tiempos recientes para
llegar a otros fines. Esta homilía de modelo intenta
interpretarlo como hizo la Iglesia antigua. No importa cómo
lo lean, que Dios les ayude con ello levantar el gozo de sus
escuchadores.
Padre Carmelo, O.P.
El evangelio hoy es conocido, apreciado y singular. No
tenemos ninguna otra historia de Jesús asistiendo en bodas,
mucho menos con sus discípulos y su madre. Está dado a
diferentes interpretaciones. Algunos la entienden como
enfocada en María como la grande intercesora por todas
nuestras necesidades. Otros la ven como testimonio de Jesús
como persona regular que disfruta fiestas. Aún otros se
aprovechan de la historia para explorar las dimensiones
religiosas del matrimonio.
Quisiera proponer otra manera de leer este evangelio. Tiene
que ver con el matrimonio, pero no en el sentido de
instrucciones para los casados. Más bien, trata del
matrimonio entre Dios y su pueblo o, para nosotros, la unión
entre Cristo y la Iglesia. Parece ser la interpretación que
prefiere la Iglesia cuando lo une con la lectura del profeta
Isaías.
La primera lectura proviene de la tercera parte del Libro
del profeta. El contexto de la lectura es Jerusalén poco
después del retorno de sus exiliados de Babilonia. Han
experimentado el trauma más grave de su historia hasta la
fecha. La ciudad entera había sido devastada junto con la
destrucción del Templo. Miles personas fueron matados y
otros miles deportados. Parecía al tiempo que Dios había
abandonado a su pueblo para siempre. Pero el profeta rechaza
esa conclusión. Dice que el Señor ama a su pueblo y ahora,
purificado por el sufrimiento, promete a desposarse con él
para siempre. Asegura a sus lectores que una vez más Israel
brillará con la justicia y manifestará la salvación.
El Evangelio de Juan presenta el cumplimiento de esta
promesa. Convenientemente tiene lugar en el contexto de unas
bodas. Jesús está allí junto con sus discípulos y su madre.
Se puede decir que María sirve como casamentera presentando
a Jesús a la gente. Aunque el momento para mostrar la
plenitud de su amor para el pueblo todavía no ha llegado,
Jesús les da ahora una pista de este amor. Convierte las
seis tinajas de agua en vino de modo que todos sean no solo
satisfechos con su espíritu sino maravillados de su calidad.
Para entender el significado de la historia, tenemos que ser
conscientes del simbolismo que lleva. La falta de vino es
una manera de decir que la relación entre Dios y su pueblo
carece de vitalidad. El judaísmo se ha puesto formalista con
muchas reglas, pero poca santidad. Las tinajas de agua, que
se usaba para los ritos de purificación, representan la
magra eficaz de la ley. Para rectificar la situación, Dios
ha enviado a su Hijo al mundo. El agua convertida en vino
tiene dos referencias. En un lado, representa la
transformación de vaciedad al gozo que experimenta el pueblo
con la presencia de Dios en su medio. En otro lado, el vino
simboliza la sangre de Jesús que va a ser derramada para la
salvación de todos.
En nuestro tiempo muchos nosotros sentimos perplejos por los
cambios que nos afectan con intensidad creciente. Los
mayores lamentan la pérdida de virtudes como la humildad, la
castidad, y la religiosidad misma. Los jóvenes se angustian
sobre cuestiones básicas como perseguir una carrera o tener
una familia. Los adultos se preocupan de que sus recursos
sean suficientes para satisfacer sus esperanzas y deseos.
¿Cómo vamos a proceder adelante?
La respuesta que ofrece el evangelio es aferrar firmemente a
Jesús. Como las últimas palabras dicen que “sus discípulos
creyeron en él”, no deberíamos retirar nuestra confianza.
Por la participación en la Eucaristía, la práctica de
valores cristianos, y la colaboración con la comunidad
podemos navegar nuestras vidas a la serenidad que anhelan.
El que cambió el agua al vino va a transformar nuestras
ansiedades en la paz.
Carmen Mele, OP <cmeleop@yahoo.com>
(Las últimas siempre aparecen primero).
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